Por: Rafael Pacchiano Alamán
Según una investigación de 2015, a nuestros mares llegan cada año ocho millones de toneladas métricas de basura plástica. A este ritmo, el Pacífico será tan famoso por sus islas plásticas como por sus islas paradisíacas.
Al problema hay que sumarle los efectos del cambio climático, que han calentado los océanos, los han hecho más ácidos y han mermado la vida marina. El diagnóstico es alarmante y el momento de actuar es ahora, a nivel personal, de comunidad y de Gobierno.
México forma parte de la vanguardia en protección oceánica junto con varios aliados de América Latina, que hemos respondido a una nueva ola de conservación en todo el mundo con un emocionante cambio de ímpetu.
El recién creado Parque Nacional Revillagigedo es la acción más contundente en este sentido. Es el área marina totalmente protegida más grande de América del Norte con 14.8 millones de hectáreas, en donde se brindará refugio a mantarrayas gigantes, tiburones, y corales, por mencionar algunas de las 983 especies que ahí viven, de las cuales 88 son exclusivas.
Además, México trabaja por mantener sus playas limpias a través de una certificación basada en la Norma Oficial Mexicana NMX-AA-120-SCFI-2016, que establece los requisitos y especificaciones de sustentabilidad de calidad de playas. Actualmente contamos con 38 playas limpias.
En cuanto al esfuerzo en la región, trabajamos por el hermanamiento entre Revillagigedo y el Parque Nacional Islas Galápagos de Ecuador para intercambiar experiencias y buenas prácticas y hemos solicitado se nos incorpore al Corredor Marino de Conservación del Pacífico Este Tropical, que integran Colombia, Costa Rica, Ecuador y Panamá, a fin de garantizar la conectividad marina.
Estamos seguros que estas acciones son benéficas para la conservación de los océanos, pero no resuelven del todo el problema. Será difícil evitar que llegue tanta basura plástica a los mares, si no deja de generarse. Es posible disminuir su volumen si tomamos conciencia.
Es el momento de reducir nuestro consumo de plásticos, de encontrar maneras de reutilizar objetos de este material y de apostar por los que puedan reciclarse. Es la hora de asumir que el futuro de los océanos depende de nuestras acciones, por más simples que sean.
Un buen punto de arranque es decir, cada que se pide una bebida: “Sin popote está bien”.